jueves, 25 de enero de 2007

Letras pantanosas

Debo hacer una confesión, tal vez absurda, tal vez necesaria: Cuando escribo, tengo como compañero un diccionario. A mi edad, debería de saber las palabras que dominan al mundo, pero mi acerbo cultural no es tan vasto como para carecer de este apoyo literario.
Teniendo esto en mente, debo de agregar que me estoy volviendo un poco obsesiva con las letras. No me refiero a las tipografías sino a escribir y a leer cada día más. Cada momento descubro que el aspecto literario me va llenando más y más.
De pronto, quiero saberlo todo, y quiero escribir con gracia y sutileza, y si se puede, hacer la diferencia. Aún me falta tanto por aprender.
Hay un curso de redacción cerca de aquí, y mañana me inscribiré. Con esta acción le estaré haciendo un favor a mi intelecto y a mi vida social, ya que últimamente soy una ermitaña voluntaria.
Por último, encontré hoy unas palabras de Gibrán Khalil Gibrán, escritas en 1912, bajo el título de "Alas Rotas". Extraigo un fragmento para que lo disfruten como yo. Después de todo, me senti irremediablemente identificada con este hombre y sus letras:

"Vosotros habláis de aquellos años entre la infancia y la juventud como de una época de oro, libre de confinamientos y de cuidados, pero aquellos años. yo los considero una época de callada tristeza que caía como una semilla en mi corazón, y crecía en él; y que no encontraba salida hacia el mundo del conocimiento y la sabiduría, hasta que llegó el amor y abrió las puertas de mi corazón, e iluminó sus recintos.
El amor me dio lengua y lágrimas [...] Aquellos valles y aquellas montañas pusieron el fuego en mi imaginación, pero amargos pensamientos tejieron en torno de mi corazón una red de negra
desesperanza.Cada vez que iba yo a pasear por aquellos campos volvía decepcionado, sin saber la causa de mi decepción. Cada vez que miraba yo el cielo gris sentía que el corazón se me encogía. Cada vez que oía yo el canto de los pájaros y los balbuceos de la primavera, sufría, sin comprender la razón de mi sufrimiento.

Dicen que la simplicidad hace que un hombre sea vacío, y que ese vacío lo hace despreocupado. Acaso sea esto cierto entre quienes nacieron muertos y viven como cadáveres helados; pero el muchacho sensible que siente mucho y lo ignora todo es la más desventurada criatura que alienta bajo el sol, porque se debate entre dos fuerzas. La primera fuerza lo impulsa hacia arriba, y le muestra lo hermoso de la existencia a través de una nube de sueños; la segunda, lo arrastra hacia la tierra, llena sus ojos de polvo y lo anonada de temores y hostilidad.
La soledad tiene suaves, sedosas manos, pero sus fuertes dedos oprimen el corazón y lo hacen gemir de tristeza. La soledad es el aliado de la tristeza y el compañero de la exaltación espiritual."


Como diría Rui Torres: Genial ¿no? Me retiro a mis dulces aposentos en donde las pesadillas son bienvenidas, y los sueños gratos son fugaces...

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