viernes, 4 de junio de 2010

Preguntas irrelevantes

Últimamente me he hecho preguntas totalmente irrelevantes, y ponderaciones absurdas.
Primero vi un pez abriendo y cerrando la boca, en una pecera tres veces más grande que él. Al principio pensé que sería divertido ser él. Pero luego pensé: "Que aburrición tan grande... éste pez va a pasar el resto de su vida dando vueltas en esa pecera, y nunca va a lograr nada... y un día se va a morir y las pirañas (o cualquier otro pez carnívoro) se lo van a comer". A partir de ahí ya no envidié a nadie por vivir en una pecera.
Otro día me fui a comprar un delicioso emparedado, y al preguntarme "¿todos los vegetales?" yo respondí lo usual. Me senté a comerlo y a escuchar conversaciones ajenas, mientras me aseguraba que mi carro permaneciese intacto. Pero luego pensé: "¿Cuál será el porcentaje de personas en éste establecimiento que pidan todos los vegetales?¿cuáles serán los vegetales más rechazados por la sociedad sandwichera?". Después me fui a trabajar y olvidé todos esos cuestionamientos... pero llegó uno nuevo...
¿Por qué si durante toda mi vida le tuve horror a los perros, ahora les hablo y les pregunto cómo están? Hasta ahi llego. En realidad no soy fanática de los animales, ¿pero hablarles? ¿por qué lo hago? Ya ni siquiera me pongo a pensar si habrá perros en un lugar antes de entrar. Igual y solamente significa que he madurado, como con los pepinillos y los champiñones.
Puede parecer absurdo hablar de tantas tonterías, pero al menos me desaburrí escribiéndolas. Ahora: a seguir con mi realidad llena de locura.