Acabo de comerme una deliciosa paleta de chocolate con forma de bruja. Me recordó unas paletas peculiares que solíamos comer durante mi infancia-adolescencia. En ese caso eran unas paletas de chocolate blanco (no soy fanática del chocolate oscuro) de diferentes figuras. Yo siempre escogía una paleta con forma de unicornio. Lo cuál me recuerda: solían encantarme los unicornios...
Ésta paleta no era tan buena, y estaba llena de colores chillantes, que probablemente dañaron mis dientes permanentemente, pero al menos dió la sensación de bienestar de esos días de antaño.
Ahora volveré a la realidad, dónde no hay brujas ni unicornios, a laborar felizmente, a esperar a que otra paleta llegue a mis manos e inspire otro escrito sin sentido como éste.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario