viernes, 8 de octubre de 2010

Cambios: buenos, malos o indiferentes

Creo que alguna vez he mencionado que no me gustan las labores del hogar, y si no lo he hecho, pues lo acabo de decir. He entrado en una fase de cambios pequeños para futuras mejorías, y aún así los trastes se siguen apilando en el lavabo, esperando a que un alma caritativa se apiade de ellos y los lave. Triste y lamentablemente esa alma caritativa no quiere ser yo. En parte es la idea del viernes la que me hace entrar en un estado de ocio casero y personal (incluso en el implemento de mis cambios).
Aunque los cambios no son de mayor notoriedad, me siento mejor con la idea de ellos, a pesar de que no he visto resultado alguno ¿o si? El Wii Fit es divertido, aunque no aprecio el hecho de que mi Mii por arte de magia refleje lo que he visto en el espejo por muchos años. Mi consuelo es que al menos mi Mii tiene ropa deportiva morada que yo no poseo.
Ayer entré también en estado de shock por una noticia que no se refiere para nada a mi, pero una pareja conocida se va a divorciar, a menos de tres años de casados. Eso me horrorizó, por que introdujo un nuevo miedo a mi vida: que las cosas no funcionen. Supongo que es un miedo conocido por cualquier persona cuyos padres se divorciaron o separaron. Yo nunca tuve esa experiencia, ya que mis padres se amaban bastante hasta el día que mi papá murió. Pero aún así, es impactante pensar que las cosas puedan cambiar a un punto sin retorno, de un momento a otro, aunque a la vez me hace ver que para ahuyentar al miedo, tengo que seguir trabajando en mi vida y relación. De otra forma sólo alimentaré mounstros de un armario inexistente.
En fin, la vida es un cambio constante, algunos para mal, otros para bien, y unos más para indiferencia del espectador. La idea es dejarse llevar por ellos y no dejarse arrastrar hasta el cataclismo...

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